XVIII La luna

Este arcano personifica el lazo indivisible que une al plano físico con el astral. En otras palabras, las fuerzas invisibles que rigen a las visibles y también indica la interpretación distorsionada que el hombre le asigna a los elementos de estos planos, lo cual se debe a la limitada inteligencia de la que el hombre fue provisto en su existencia terrenal. Esto hace que cuando las leyes cósmicas pasan por el tamiz de su juicio y su razón, resultan deformadas.

La Luna significa las creaciones del hombre basadas en la imaginación, las cuales son fuerzas efímeras y nunca creadoras, sencillamente porque se basan en la materia, composición del hombre, y no en lo Divino. El hombre va en busca de sus propias quimeras, pero no encuentra eco y su imagen le es devuelta como si fuera un espejo.

Las pasiones humanas fluyen y se reflejan en el plano astral, mostrando la influencia de su existencia fugaz. Su color azul indica que se trata de creaciones meramente mentales que han sido construidas por el espíritu del hombre, en forma casi independiente de su determinación y voluntad.

Las lágrimas que caen hacia la tierra simbolizan que todo aquello proveniente de la tierra regresa a la misma y que, por ende, la creación del hombre cae sobre la tierra fecundándola.

Recibe este arcano su denominación de la Luna porque ella refleja al sol pero no es capaz de brillar por sí misma, por lo que lo que da es una ilusión. No tiene vida propia, por lo que la toma prestada.

El consultante al que le salga la Luna, estará siendo víctima de espejismos en todos los sentidos de su vida: mentiras y errores en aquello que emprende y materializa. A su vez, es agredido en su fuero íntimo por sentimientos que sólo generan desorden, tales como la envidia, los celos y la hipocondría. Un secreto se revelará. Hay problemas en el sistema linfático y es necesario un cambio de ambiente a uno más seco.

Invertida significa una gran confusión y estancamiento en la acción.